La Huella de Picolo

LA HUELLA DE PICOLO

Armilla estaba vestida de luto. Cuando en esta población de algo más de veinte mil habitantes, aún palpitaban las celebraciones que se habían dejado sentir por el paso de la fortuna de la lotería de navidad, la tragedia la invadió. Un desgraciado accidente de moto sesgaba la vida de uno de sus habitantes más entrañables. José Manuel Jiménez "picolo", un apodo instaurado por su madre desde pequeño por su físico, era un chico que había dejado huella en Armilla. Y no sólo en el pueblo, sino en toda la España ciclista. Era uno de los ciclistas juniors más conocidos y a la vez populares. Se distinguía por no pasar desapercibido y por su tremenda simpatía. El ciclismo era su pasión desde pequeño. Una pasión transmitida por su padre, vínculado de toda la vida a este deporte. Y desde pequeño se sintió identificado por el ciclismo, no sólo por lo que disfrutaba practicándolo, sino porque reúne todos los ingredientes que se adaptaban a su forma de ser. Un deporte tremendamente sociable, como era la personalidad de picolo. Un chico que entablaba conversación con todo el mundo, que desde muy jovencito había llamado la atención por su desparpajo para relacionarse con todos.

José Manuel ponía de manifiesto uno de los aspectos que más engrandecen el ciclismo: que es un deporte en el que intervienen muchos grupos humanos; que en cada competición se mantienen en contacto, relacionándose como amigos cuando se traspasa la línea de meta. Y es que los ciclistas y todos los que les rodean, encima de la bicicleta son rivales, pero cuando se bajan son amigos. Y picolo, cuando se bajaba de la bici, tenía un montón de amigos y de todos los rincones de España. Y como muestra, una anécdota contada por Jacobo Miranda, su director en el Construcciones Armilla. "Desde muy pequeño se acercaba a las etapas de la Vuelta a las Vegas de Granada. Durante los cuatro días de la prueba, no salía del polideportivo donde estaban alojados los equipos. El primero en llegar a la puerta del poli esperando a los diferentes equipos era él, y entablaba conversación con todos. Seguía las etapas en los coches de unos y otros. Los asturianos le consideraban como la mascota del equipo. Y hoy se han acordado de él enviando una corona de flores desde Asturias".
Y al caer la noche y marcharnos de Armilla con una luna llena que resplandecía en la nieve de sierra nevada en una espectacular estampa que parecía querer engalanar la despedida de picolo, nosotros también nos fuimos convencidos de que es un chico que nos ha dejado huella para siempre.


David González